martes, 23 de octubre de 2012

Rocky

¿Conocen la historia del loro Beto? ¿Este lorito que sale en TN volando como un boludo al lado de su dueño motoquero? Bueno yo les voy a contar sobre el Loro Rocky, que fue uno que tuvimos en mi familia hace ya muchos años cuando yo era chiquito.

 Primero que nada quiero aclarar que es una historia 100% verídica, que todo lo que leerán a continuación ocurrió de verdad y que no es precisamente feliz, pero espero que les guste:

Todo comenzó cuando para un día del niño, con mis hermanos, convencimos a nuestros viejos para que nos regalen un loro. No recuerdo bien de quien fue la idea original aunque algo me lleva a pensar que solo a mi hermano se le pudo haber ocurrido tal regalo.

En fin, una mañana trajimos al plumífero, quien todavía era un pichoncito con dos o tres plumitas. Nos lo dieron en una cajita con agujeritos y con él venían nuestras ilusiones: tendríamos un loro que hable como los de la tele, que aprenda chistes, que le diga insultos a la gente que nos caía mal, que lo podamos llevar en nuestro hombro a donde queramos y que sea una mascota ejemplar. Bueno, el loro terminó siendo una reverenda bosta.

 Solo era cuestión de agarrarlo, para que te cague. Pasaba una buena parte del día adentro de una especie de jaulón dividido. A él le tocaba la parte baja y mas grande. Arriba, separados por un piso de fórmica, estaban los canarios de mi hermano. Pero parecía que el muy hijo de puta disfrutaba mas cagándote en la mano que en su jaula.

 Pero bue, son las cosas que uno tiene que soportar de las mascotas ¿no? Por lo menos hablaba y te hacía reír, me dirán ustedes. Bueno, este no. No hablaba nada, ni una sola palabra. Había venido en MUTE el conchudo. Por lo menos su nombre, lo que aprende cualquier lorito normal. Acuérdense que se llamaba Rocky, como el boxeador de la película, no era tan complicado, no le pusimos Swanstaiger como el 7 de la selección de Alemania. Rocky hijo de puta, decí Roky.

 Aparte he descubierto que pocas veces en la vida quedamos mas patéticos que enseñándole a hablar a un loro, y más si te toca uno medio retardado como el mío. Al primer mes estábamos continuamente: “RRRRROOOCKYYYYY, ROOOOKYYY” (Sí, alargando así la O como unos boludos), al segundo ya era un “ROCKY” bien corto y con poca paciencia. Y ya a partir del tercer mes era “HABLA LORO DE MIERDA LA PUTA QUE TE PARIO!!!

Por momentos creía que nos habían cagado, que era una palomita pintada de verde, o forrada con lechuga o algo así, que nos vendieron engañosamente, pero no! Era un loro de verdad. Limitado pero un loro en fin.

Su carácter tampoco era el mejor. Comía mas pedazos de mano que otra cosa. Te recagaba bien a picotazos cuando ibas a ponerle comida, agua, lavarle el piso, etc. Un desagradecido de mierda se podría decir.

Pero su título de hijo de puta lo consiguió luego de un trágico incidente del cual fue autor, protagonista, y culpable:

Un día uno de los canarios que se encontraba en la parte alta del jaulón, cometió el terrible error de pararse en el borde de la fórmica divisora, y que algunos de sus deditos de las patas (porque manos no tiene) pase para el lado del loro. Rocky, quizás por sentir cierta invasión a su propiedad, o simplemente porque era una mierda, no lo pensó demasiado y arremetió contra las extremidades del pobre bicho. Dicho no tan sutil: Le morfó dos deditos. De más está decir que el canarito volcó cual camión con acoplado doblando a 110 km/h.

Entonces llegó la hecatombe y la debacle total: Mi hermano queriendo acogotar al loro, mi hermana llorando para que no lo hiciera, y el canarito ya tocando el arpa con lo poco que le quedo de patita.

 El tiempo pasó y el loro continuó viviendo con nosotros hasta que su cuerpo le dijo basta.

Estoy seguro que hoy nos mira desde abajo y se siente orgulloso por el post que le dediqué.

EN LA MEMORIA DEL LORO ROCKY, Y DEL CANARITO MANCO DEL QUE NO RECUERDO EL NOMBRE.


Hernán Colman